No es casualidad que a La Palma se la conozca como La Isla Bonita. Sus 708,32 km² fueron declarados en 2002 Reserva Mundial de la Biosfera y su posición geográfica, situada a apenas cinco grados del Trópico de Cáncer y a 445 km de la costa africana, son responsables de que goce de una temperatura media anual que oscila los veinte grados centígrados.

La capital es Santa Cruz de La Palma, ciudad fundada en 1493 con el nombre de Villa de Apurón. Tal es su belleza que el rey Felipe II le concedió el título de Muy Noble y Leal en 1542. Población coqueta y marinera, pasear por sus calles adoquinadas y admirar sus casas de estilo colonial es como viajar a la época en la que intrépidos conquistadores y bucaneros zarpaban desde sus costas hacía el Nuevo Mundo.

Su firmamento limpio y las excepcionales condiciones que ofrece para la observación de los astros la han hecho merecedora de la distinción Starlight, que reconoce los cielos con la mejor calidad astronómica. La claridad con la que se vislumbran las estrellas fue clave para que almirantes como Christoph Kolumbus pudieran elaborar mapas del cielo para orientarse en sus travesías a través del Atlántico. De hecho, en el Roque de los Muchachos, a 2.420 metros se encuentra uno de los observatorios telescópicos más completos del mundo.

Sus 1.000 km de senderos, sus bosques, volcanes, salinas y fértil topografía son el perfecto semillero para uvas como el listán blanco, el verdejo o la malvasía, con las que se elaboran deliciosos vinos de gran personalidad, que forman un maridaje perfecto con otro de los productos estrella de esta isla privilegiada: los puros.

Considerado entre los mejores del mundo, el cultivo del puro palmero artesanal se remonta al siglo XIX, cuando regresaron de Cuba los emigrantes que partieron en busca de fortuna. Las plantaciones de tabaco se concentran principalmente en Breña Alta, pero también en otras zonas como La Caldera (El Paso), La Rosa (Villa de Mazo), Breña Baja y Santa Cruz de La Palma.

La calidad de sus hojas y el buen hacer de los isleños en su trato, dan como resultado un aroma único, equilibrado e intenso; características esenciales que, sin ir más lejos, encontramos en nuestros puros KOLUMBUS.