Como si de Moisés y los Diez Mandamientos se tratara, existe una etiqueta que todo aficionado debe tener en cuenta cuando hablamos sobre los rituales asociados con los puros. Si cumplimos con estas pautas su disfrute estará 100% asegurado.

Amarás al puro sobre todas las cosas. En el mundo veloz en el que vivimos es importante saber parar y encontrar un momento para nosotros. En este contexto, pocas cosas son más placenteras que entregarse a las satisfacciones que nos provoca el mejor puro del mundo.

Respetarás cada paso que conduce al deleite. Prácticas que deben evitarse son: cortar la perilla en exceso para evitar que se desligue la hoja del envoltorio; golpearlo para desprendernos de la ceniza; o saborearlo de forma acelerada, pues se sobrecalentará y su sabor se volverá amargo.

Santificarás las fiestas. ¿Qué mejor que compartir los momentos más importantes que con un buen puro? Las celebraciones merecen aderezos superiores, como un perfecto maridaje que contribuirá a crear instantáneas inolvidables para nuestro álbum de fotos.

Honrarás al puro. La correcta conservación es una de las claves que enfatizará e incluso mejorará la personalidad del puro. El único lugar válido donde preservarlo es en el humidor.

Dignificarás al puro. La excelencia merece un final acorde con su categoría. Siguiendo esta premisa, es recomendable dejar que el puro se vaya extinguiendo poco a poco y de forma reposada en vez de aplastarlo contra el cenicero.

No darás lecciones sobre cómo debe fumarse un puro. Cada cual tiene sus gustos y sus hábitos. La rutina diaria se rige por multitud de normas, es por ello que en KOLUMBUS nos gusta practicar el “vive y deja vivir”.

No adularás las falsas creencias. No debemos caer en la tentación de mitificar ciertas actitudes y costumbres que son incorrectas y que lo único que provocan es arruinar la cata.

No codiciarás el puro ajeno. Compartir es una de las máximas más bonitas de la vida, pero en este caso, cortar un puro en dos es muy mala idea porque la mezcla del tabaco jamás está repartida homogénea o simétricamente.

No robarás el puro del vecino. El fumador de puros debe hacer gala de una actitud impecable consigo mismo y con los demás. Aunque compartamos el hedonismo que practican malotes como Tony Montana en Scarface sus fechorías son harina de otro costal.

No consentirás el fuego impuro. La llama con la que encendamos el puro no debe proceder de fuentes que contengan sabor o impurezas como el de las velas, pues contaminarán su esencia.